Hoy continuamos el mes especial con el que estamos celebrando la colección del Museo de Bellas Artes de Ghent. ¿Eres capaz de reconocer a la mujer que aparece en el cuadro?
Alfred Stevens, pintor del París más glamuroso, conoció en torno a 1887 a una de las actrices de teatro más famosas de la historia, Sarah Bernhardt. Sarah posó para Stevens como modelo para una serie de retratos, algunos de los cuales presentaban a la actriz como un personaje histórico o literario. Aquí la vemos representando a María Magdalena, la pecadora luego convertida al cristianismo y que finalmente adoptó la vida de un ermitaño. Su largo cabello, la calavera (uno de los principales símbolos de las vanitas), el desolado paisaje al fondo, todo ello entronca esta pintura con una tradición iconográfica que se remonta a la Edad Media. Sin embargo, encontramos elementos típicos del siglo XIX, tales como la sensualidad explícita y esa mirada melancólica con la que parece hechizar al espectador, poniendo así en cuestión el trasfondo religioso del personaje. Esta pintura fue un encargo del marchante parisino Georges Petit. Su carácter provocador, aún cuando no era para nada ajeno a lo que el personaje de María Magdalena representaba, escandalizó al público, que prefería verla representada como una penitente arrepentida.