Salvador Dalí describía frecuentemente sus pinturas como "fotografías de ensueño pintadas a mano". Basó este paisaje costero en los acantilados de su región natal, Cataluña, España. Las hormigas y los relojes derritiéndose son imágenes familiares que Dalí colocó en un contexto desconocido o que interpretó de una manera desconocida. La gran criatura al centro formada por una nariz y un ojo deformados fue sacada de la imaginación de Dalí, aunque a menudo se ha interpretado como un autorretrato. Sus largas pestañas parecen insectos, lo que puede o no ser una lengua que brota de su nariz como un caracol gordo de su caparazón. El tiempo es el tema principal, desde el derretimiento de los relojes hasta la decadencia implicada por las hormigas en enjambre. Dominando lo que él llamaba "los trucos paralizantes de siempre de engañar la vista", Dalí pintó esta obra con "la furia más imperialista de la precisión", pero solo "para sistematizar la confusión y así ayudar a desacreditar completamente el mundo de la realidad". Sin embargo, hay un guiño a lo real: los lejanos acantilados dorados son los de la costa de Cataluña, el hogar de Dalí.
La persistencia de la memoria
óleo sobre lienzo • 24 x 33 cm