Gertrude Stein

"Para mí, soy yo, y es la única reproducción mía en la que siempre soy yo, para mí". Así escribió Gertrude Stein (1874-1946) en 1938. Para Stein, esta pintura era una prueba de su irrevocable vínculo con Picasso, a quien consideraría el mejor artista de su tiempo. Ella vio la pintura como una colaboración entre dos gigantes emergentes: un pintor español de veinticuatro años y una escritora estadounidense de treinta y dos años, dos expatriados en París, aún no reconocidos, pero ambas destinados a la grandeza. Picasso siempre se había sentido atraído por los poetas; la puerta de su estudio estaba marcada con "Au rendez-vous des poètes" (A la cita de los poetas), pero el atractivo de Gertrude era especialmente fuerte. Como escribió Fernande Olivier, Picasso "se sintió tan atraído por la presencia física de Mlle Stein que sugirió pintar su retrato, sin siquiera esperar a conocerla mejor". Se conocieron después de que Stein había adquirido varias de sus cuadros. Aunque Picasso generalmente trabajaba rápido, hubo muchas sesiones durante el invierno de 1905-6. La figura permaneció igual, pero la cabeza fue repintada al menos tres veces, evolucionando de un perfil completo a la vista casi frontal del estado final.