Ivan Kramskoi
En pasado miércoles en nuestros Pensamientos sobre el Arte, reflexionamos sobre los significados del esteticismo. La vida diaria es algo fea y caótica; raras veces nos ofrece la armonía y la coherencia que podemos encontrar en el Arte. Por ello, es una suposición bastante razonable definir el arte como una puerta a un mundo de equilibrio y belleza, donde se puede lavar el espíritu de lo trivial y encontrar un espacio repleto de Significado, algo tan difícil de encontrar entre los sucesos aleatorios de nuestro día a día. Cuando nuestra huida está envuelta en la propia naturaleza de lo que intentamos escapar, nos sentimos incómodos. Y quizás esa sea la razón por la que intentamos resistirnos a incluir lo desagradable en la definición de Estética y por lo encontramos tantas obras que no consideramos “estéticas”, porque nos resultan incómodas, desequilibradas, perturbadoras o simplemente feas. Pero, ¿no puede esa actitud, la de simplemente enfrentarnos a la naturaleza de lo que se nos presenta y sin otro objetivo que la mera observación, ser la característica esencial de un punto de vista estético? ¿No podemos sentarnos desesperanzados y reflexionar sobre una estética que nos resulta inquietante? Buscaremos una respuesta la semana que viene.
Artur Deus Dionisio