Ferdinand Hodler
En su versión final, El Día representa las diferentes fases del despertar como una sucesión de gestos. Las mujeres se han despertado de su sueño y, mientras algunas se protegen del influjo de la luz diurna, otras ya han pasado por esta fase y admiran el esplendor del día, representado por las flores esparcidas en la parte inferior del cuadro. Los gestos de los brazos, cargados de expresionismo, forman un semicírculo y conforman la decoración superior de la obra. Las líneas de los cuerpos se muestran indiferentes; los pies y las piernas están colocadas formando una serie de formas cerradas.
La descripción del tema por el propio Ferdinand Hodler se centra en su interacción entre el simbolismo expresionista y la gesticulación ornamental. Cinco mujeres están sentadas sobre un paño azul en una pradera; el suelo está plagado de delicadas flores, su color evocando a aquel del paño. A medida que la luz del amanecer se erige por encima del arco del horizonte, las cuatro mujeres de los lados vuelven el rostro hacia la figura en el centro, sugerida su expresión a través del giro de sus cuerpos y la posición de sus brazos y manos variando desde lo temeroso a lo exultante. La mujer del centro, con sus brazos levantados como en algún tipo de oración ceremoniosa, se abre libremente a los rayos de luz, sin protegerse de ellos. Combinada con las suaves ondulaciones de la pradera, la secuencia de gestos y la torsión en forma de danza de los cuerpos evocan una sutil coreografía de valores expresivos que engloba toda la pintura.
Con su color claro y su extático ornamento, El Día se opone a la melancolía de La Noche (compartida antes en DailyArt) con una maravillosa sinfonía de crecimiento. Berthe Jacques, quien se había casado con Hodler en 1898, es la modelo de las figuras. En su arte, ella representaba el arquetipo de mujer etérea, como paradigma de pureza y verdad.
A finales de los 1890s, Hodler había ganado su batalla por el reconocimiento público y material. Por ello El Día puede también interpretarse como un himno privado que iluminaba su vida tras las deprivaciones de sus primeros años.
En su visión, Hodler evocaba su situación personal a través de infundir a su arte el júbilo de un nuevo comienzo. El enorme éxito de la obra en la Exposición Universal de 1900 en París y en la decimonovena exhibición de la Secesión de Viena en 1904 probablemente influenciaron su decisión de producir dos versiones más del cuadro.
Os presentamos la obra de hoy gracias al Kunstmuseum de Berna <3