Watson y el tiburón by John Singleton Copley - 1778 National Gallery of Art Watson y el tiburón by John Singleton Copley - 1778 National Gallery of Art

Watson y el tiburón

óleo sobre lienzo •
  • John Singleton Copley - 1738 - 9 de septiembre de 1815 John Singleton Copley 1778

Una pintura que cuenta una historia es fascinante, pero cuando la historia es verdadera, se vuelve aún más convincente. El escenario de esta pieza dramática son las aguas del puerto de La Habana. Brook Watson, un marinero huérfano de catorce años, ha decidido ir a nadar. De repente, es atacado por un tiburón tigre. Mientras grita pidiendo ayuda y sus compañeros de tripulación corren a su rescate, el tiburón se lanza por segunda vez, arrastrando al niño de nuevo bajo el agua y esta vez arrancándole un trozo de la pierna. Frenéticamente, los marineros intentan sacar a Watson, blanco como un fantasma, desnudo e indefenso, con la sangre manando de su pierna derecha, de las aguas agitadas. El tiburón, con las fauces abiertas, se acerca para un tercer golpe mientras el marinero de la popa se prepara para arponear al monstruo con un arpón. ¿Qué pasará después? ¿Como termina la historia?

Afortunadamente, Watson sobrevivió a la prueba, aunque su pierna tuvo que ser amputada debajo de la rodilla. Unos treinta años más tarde, cuando era un comerciante próspero en Londres, Watson encargó al artista estadounidense John Singleton Copley capturar este horrible incidente. Copley, nacido en Boston, se mudó a Inglaterra para fomentar sus ambiciones artísticas. Un pintor de retratos exitoso en las colonias desde hacía más de una década anhelaba pintar una escena de importancia histórica. Pero esta, su primera pintura histórica, fue única ya que no incluía personajes prominentes de la mitología o la antigüedad. Sin embargo, atrajo tanto a críticos de arte como a "plebeyos" y causó una impresión duradera en el mundo del arte.

Además de su importancia en el género del arte histórico, esta pintura ha ayudado a propagar el mito de todos los tiburones como monstruos devoradores de hombres. Curiosamente, es poco probable que Copley haya visto alguna vez a un tiburón, ya que su representación de la criatura con labios, ojos frontales, parecidos a mamíferos y aletas de forma extraña es defectuosa. Sin embargo, el poderoso drama del momento (intensificado por el arpón casi vertical que corta los elementos horizontales de Watson, el tiburón, el bote y el puerto de La Habana) y la amplia gama de emociones vistas en la tripulación (miedo, compasión, enojo) más que compensan esas imprecisiones. El tamaño monumental de la pintura (6 pies por 7.5 pies) agrega a su intensidad visual. Tras la muerte de Watson, la pintura fue legada al Hospital de Cristo como un faro de esperanza y estímulo para los jóvenes frente a la adversidad.

~ Martina

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