Francisco Goya
Hoy presentamos una pintura que se podrá visitar hasta el 7 de enero (2018) en la Colección Wallace en El Greco a Goya: Obras Maestras Españolas de la exposición del Museo Bowes. Aquí puedes encontrar más información sobre este evento. Que lo disfrutes. :)
John y Joséphine Bowes compraron esta pintura en 1862 en París de la colección del fallecido conde de Quinto a través del vendedor de arte Benjamin Gogué.
En un interior sombrío, siete hombres están representados en diferentes poses y gestos. Sus apariencias fantasmales, las cadenas que atan sus manos y tobillos y la desolada atmósfera revelan de inmediato su condición miserable como prisioneros. Los personajes parecen casi congelados en sus posiciones debajo de un arco sólido, que suma a la atmósfera opresiva de manera sencilla. Además, la luz difusa y brillante del fondo no sirve para iluminar la escena, sino para acentuar el entorno oscuro y casi monocromático donde los personajes están abandonados en la desesperación. Trapos rasgados cubren sus cuerpos atormentados y uno de los prisioneros en particular se muestra desnudo, tendido en el suelo con una cadena atada alrededor de su cuello. No muy lejos de él, otro prisionero se levanta con torpeza y nos mira con una expresión vacía. Estas dos figuras son las más emblemáticas de la miseria que aflige a este grupo de prisioneros y comunican poderosamente la condena del artista a la inhumanidad de su condición.
Como artista, a Goya le preocupaba en particular la representación del sufrimiento humano y representó la situación de los prisioneros en numerosas ocasiones. Compartió las creencias de los pensadores ilustrados de su época que defendían los derechos humanos y buscaban la reforma de las regulaciones penales.
Esta pintura fue parte de una serie de doce cuadros pequeños de gabinetes que Goya produjo en láminas de hojalata entre 1793 y 1794. La serie incluye una variedad de temas, como un manicomio, una escena teatral y un naufragio, que normalmente no pintaba para sus clientes. En esos tiempos, Goya se estaba recuperando de una enfermedad grave que lo obligó a permanecer en una condición aislada y que, con el tiempo, causó su sordera permanente.