Francisco de Zurbarán
A diferencia de los arcángeles de las pinturas italianas y flamencas, los de Zurbarán se caracterizan por su simplicidad de formas, su potencia visual y su solemnidad hierática. Además, se presentan en ingeniosas composiciones que son a la vez convencionales y primitivas. En esta obra el arcángel destaca como una figura solitaria sobre un fondo neutro. Zurbarán representa a San Miguel más como "portador de símbolos" que como ángel guerrero al frente de legiones. Esta idea responde al particular ideal estético del artista, que rechazaba la noción barroca de San Miguel como el ángel exterminador, representado en obras de Rubens, Guido Reni y Valdés Leal.
El arcángel está representado de tres cuartos con las alas extendidas. Se trata de un lienzo bellamente ejecutado, con un tratamiento preciso y colores puros. Carece de la gracia de las obras autógrafas de Zurbarán, pero es un digno ejemplo de sus principios conceptuales y su sobriedad formal. La pintura aún conserva un marcado claroscuro mientras que el rojo ladrillo, los verdes y los ocres y la precisión cromática de los amplios paños son buenos ejemplos del estilo más característico del artista.