Takeuchi Seihō
El modelo de esta pintura fue un gato propiedad de la dueña de una verdulería del barrio que Takeuchi Seihō encontró mientras viajaba por la ciudad de Numazu. El gato le recordó al artista uno pintado por el emperador Huizong de la dinastía china Song, que estimuló el deseo de Seihō de pintar al animal. Intercambiando al gato por una de sus propias pinturas, Seihō volvió con el felino a Kioto, donde lo fotografió y esbozó repetidamente hasta que se dispuso a completar esta obra. El suave y sedoso pelaje está pintado en capas de tinta negra y ocre, con pelos añadidos en tinta y gofun (blanco de concha de ostra), mientras que los ojos se dibujaron en azurita, malaquita y polvo de oro. El gato es tan realista que parece que casi se puede tocar.
Hermoso, ¿verdad?
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