Sofonisba Anguissola
Sofonisba Anguissola fue una pintora del Renacimiento italiano nacida en Cremona, en el seno de una familia noble, aunque relativamente pobre. Recibió una buena educación, que incluyó las bellas artes, y su estancias como aprendiz en estudios de pintores locales sentó un precedente para que las mujeres fuesen aceptadas como estudiantes de arte. Durante su juventud, Anguissola viajó a Roma, donde le presentaron a Miguel Ángel, que inmediatamente percibió su talento. También se trasladó a Milán, donde pintó al Duque de Alba. Isabel de Valois, la Reina consorte del Rey Felipe II de España, era una entusiasta pintora aficionada, y en 1559 Anguissola fue contratada en la Corte de Madrid como tutora de la Reina, con el rango de Dama de Honor. Más tarde, se convirtió en la retratista oficial de la Corte del Rey, y adaptó su estilo a los requerimientos más formales de los retratos oficiales de la Corte española. Tras la muerte de la Reina, Felipe II ayudó a organizar un matrimonio con un aristócrata para ella. Se mudó a Palermo, y más tarde a Pisa y a Genoa, donde continuó practicando y fue conocida como una destacada pintora de retratos, aparentemente con el apoyo de sus dos maridos. Vivió hasta los 93 años. Sus obras más distintivas y atractivas son retratos de sí misma y su familia, realizados antes de su estancia en la Corte española. En particular, sus representaciones de niños eran frescas y muy bien estudiadas. Hoy presentamos una de las obras más famosas de Anguissola, en la cual mujeres jóvenes están representadas como intelectuales. En esta pintura, que Vasari vio en la casa de la familia de la artista, en el Cremona del 1566, el caballeresco juego de ajedrez tiene lugar en un paisaje idealizado, familiar en las imágenes cortesanas de juego de la Edad Media tardía, y no en una taberna o algún otro lugar cuestionable, como también se representaba el juego en la época. A la izquierda, Lucía mira hacia el espectador, dominando nuestra mirada mientras su brazo y su evidente experiencia dominan el tablero de ajedrez. Le ha comido dos fichas a Minerva, su hermana pequeña, que levanta la mano y abre la boca como si fuera a hablar. La hermana más pequeña, Europa, presencia la partida mientras ríe divertida. Una criada, más mayor, sirviente de la casa, las observa con atención. Las tres chicas Anguissola son miembros de una nobleza natural, capaces de entretenerse por sí mismas, y su estatus está enfatizado por las ricas telas y detalles en los bordados de las ropas y el exquisito tapete turco bajo el tablero. Bob F., esta obra es para ti (y recuerdos a tu tío) :)
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