El arte de Gustave Moreau se distingue de aquella de sus contemporáneos realistas e impresionistas del siglo XIX en Francia, particularmente en la calidad mística y enigmática de sus pinturas acerca de temas bíblicos y mitológicos. Él es considerado un importante precursor del movimiento realista y simbolista, y entre sus estudiantes incluidos están Henri Matisse y Georges Rouault. Salomé creó una sensación cuando éste fue exhibido por primera vez en París en el Salón de 1876 y, puede decirse, es el trabajo más importante de Moreau. Pintado entre 1874 y 1876, representa la historia bíblica de la princesa de judea ‘Salomé’, bailando frente a su padrastro, el Rey Herodes, y de su mujer, Herodias. En su novela de 1884 À rebours, el francés Joris-Karl Huysmans describe la representación de Salomé en la pintura de Moreau: “Ella no era más que la chica danzante quien saca a la fuerza llantos de lujuria y concupicencia de un hombre viejo con las contorsiones lascivas de su cuerpo; quien rompe la voluntad, domina la mente de un rey con el espectáculo de sus movidos pechos, moviendo el vientre y los muslos; ella era ahora revelada en una sensación como la encarnación simbólica del viejo vicio del mundo, la diosa de la histeria inmortal, la maldición de la belleza suprema sobre las otras bellezas por los espasmos catalépticos que mueven su carne y endurecen sus músculos, - una monstruosa bestia del apocalipsis, indiferente, irresponsable, insensible, y venenosa.”




Salomé bailando frente a Herodes
óleo sobre lienzo •