Noche en Niza

Hoy os presentamos esta obra gracias al Museo Nacional de Oslo.

La pintura representa los tejados y colinas de Niza tal cual los veía Edvard Munch desde su estudio en un tercer piso durante los meses de invierno de 1891. Los edificios, las copas de los árboles y las colinas lejanas de la ciudad mediterránea yacen envueltas en una suave luz azul violácea. Las pinceladas estilo bosquejo otorgan al suave aire nocturno una sensación de anticipación y movimiento.

Pintores impresionistas como Gustave Caillebotte y Claude Monet utilizaban un punto de vista elevado para otorgar vida a sus pinturas de ajetreadas calles urbanas. Sin embargo, en la pintura de Munch el elevado punto de vista enfatiza la alienación física y psicológica del resto de la gente. La única señal que indica que Munch no se encuentra solo en la ciudad son algunas pocas ventanas levemente iluminadas debajo del punto de observación del artista. Los colores azulados acentúan la atmósfera  melancólica y soñadora que rodea al pintor. La ciudad es representada como un lugar para la contemplación y la soledad.

Munch acababa de cumplir los 27 años cuando viajó de Noruega a Niza. Oficialmente debería haber estado estudiando pintura en París, sin embargo, al contraer fiebre reumática durante el viaje, decidió en su lugar trasladarse a Niza debido a su clima más amable.

El gobierno noruego le había otorgado a Munch una beca para viajar y remediar su falta de educación formal en arte. Los críticos, y otros artistas, creían que Munch necesitaba aprender las reglas de composición, técnica de pintura, y el uso del color -se consideraba que seguía demasiado sus propias reglas. Al mismo tiempo, le era reconocido la manera en que a menudo transmitía una realidad profunda y una gran belleza en sus obras. Esto es lo que consigue precisamente en "Noche en Niza". Logra atraer exitosamente las emociones del espectador a través de medios no convencionales. La pintura se convierte en un medio para aumentar la conciencia misma del espectador.

Noche en Niza fue expuesta en la Exhibición Nacional Anual de Otoño-la Propia Exhibición de los Artistas- en 1891 y comprada por la Galería Nacional en Christiania (Oslo) con la ayuda de algunos artistas de mayor edad amigos de Munch. Dos años después, Munch logró el reconocimiento internacional con una exhibición solista en Berlin, donde su pintura "El grito" fue expuesta por primera vez.