Cueva de las Manos by Hombre de las cavernas de la provincia de Santa Cruz, Argentina - 7350 B. C. Cueva de las Manos Cueva de las Manos by Hombre de las cavernas de la provincia de Santa Cruz, Argentina - 7350 B. C. Cueva de las Manos

Cueva de las Manos

- •
  • Hombre de las cavernas de la provincia de Santa Cruz, Argentina - desconocido - desconocido Hombre de las cavernas de la provincia de Santa Cruz, Argentina 7350 B. C.

Volátil, limitado en el tiempo y el espacio, todo para mí y otro para los demás: ¿cuál es la historia de “mí mismo”? Lo único en común con todo lo que te vas encontrando es tú mismo. Y en cierto modo, tu consciencia es quien compone lo que percibes como mundo. Este “yo” envolvente es complejo hasta el punto en que te das cuenta de que nunca experimentará la muerte, asimilará el concepto conforme los demás mueren, pero nunca estará presente para percibirla. Aunque el impulso por perpetuar nuestra singularidad es primario, los humanos han estado expresando “Este soy yo” desde hace mucho tiempo. Al mirar las huellas de estas manos de hace miles de años, es difícil darse cuenta de que son de personas con esperanzas y miedos, sueños e historias, con un ser como el nuestro, e incluso con un nombre. Pero como la escritura no se había inventado aún, los humanos tendrían que esperar hasta Mesopotamia para que el futuro se refiriera a ellos con nombres grabados. Los nombres son casi como definiciones de sus poseedores y el más antiguo se ha encontrado en una tablilla de arcilla de hace 5000 años, firmada por un contable. Desde entonces, los nombres se han convertido en símbolos de la memoria de sus propietarios y se llevan con orgullo. En un episodio de la Odisea de Homero, Ulises consigue engañar a Polifemo, el cíclope hijo de Neptuno, a que lo llame “Nadie”, para escapar de una isla. Pero una vez de vuelta en el barco, en lugar de mantener en la seguridad del anonimato, grita a la bestia: “¡Ha sido Ulises quien te ha engañado!”. Al revelar así su identidad, se condenó a sufrir la venganza de Neptuno. La distinción que hacemos hoy entre un artista y un artesano no estuvo clara hasta el Renacimiento. El arte estaba destinado a representar la realidad, a imitar más que “mejorar”, de modo que la visión de su creador no era algo relevante. Con el nacimiento del antropocentrismo, la visión individual ganó relevancia y los artistas comenzaron a sentir como sus piezas expresaban una realidad interior única, inseparable de su personalidad. Comenzaron entonces a firmar las pinturas y se comenzó a desarrollar la idea actual de la existencia de una persona iluminada detrás de la pieza. Artistas como Giotto, Botticelli, Pollaiuolo y Piero della Francesca fueron algunos de los primeros que firmaron con su nombre. En una época de multitudes, cuando las masas hablan más alto que cualquier individuo, ¿qué nombres recordará el futuro?

- Artur Deus Dionisio (es MUY probable que no responda a la pregunta)