Hace un par de semanas, Cleda, una de nuestras usuarias, me escribió un correo electrónico donde compartió conmigo la historia de su hermano Charles, artista y profesor de arte que murió muy joven en 1965, apenas cuatro días después de haber cumplido 29 años. Me enamoré de sus obras, por lo que hemos decidido presentar una de sus pinturas, que para mí se parece a una versión moderna del motivo clásico del idilio, titulado por su hermana "La soledad de la naturaleza".
La naturaleza era un tema frecuente de Charles William Pollard. Pintó con su imaginación: muchas de sus pinturas eran de lugares lejanos que nunca había visto, ya que sus viajes eran pocos. Pintó increíbles escenas del desierto, barcos, el mar, castillos, volcanes, pueblos pintorescos que recuerdan al Mediterráneo. También pintó bodegones, animales y ocasionalmente mujeres o madres e hijos. Aunque es difícil saber qué artistas fueron sus mayores fuentes de inspiración, esta particular creación de la mente que hoy les presentamos me recuerda a los paisajes fantásticos de Max Ernst.
Así lo describe en su diario personal:
"Recuerdo haber pasado muchos momentos gloriosos en mi vida, pero de todos ellos, la soledad de la naturaleza y sus maravillas es el que más quiero. Supongo que de la naturaleza he adquirido mis aficiones de escribir y pintar, dos actividades que me absorben inmensamente. En ambas tengo estados de ánimo pasivos y aunque mis estilos no cambian demasiado, estos estados de ánimo sí.
He llegado a creer que mi imaginación es totalmente mi único patrimonio, que puedo usarlo a través de varios instrumentos: mi mente y mis manos. Sin ellas la vida me parecería inútil.
Parece que tengo mi propia "Laguna de Walden" como Thoreau. Mi único deseo es hacer felices a otras personas o simplemente hacer que piensen de vez en cuando”.