Henry Ward Ranger
Todo aquel que ama el paisaje de la ciudad de Nueva York estaría de acuerdo en considerar al Puente de Brooklyn como uno de sus referentes más icónicos e imponentes. El puente, que une los distritos de Manhattan y Brooklyn, fue construido en 1883 y 16 años después se convirtió en el motivo central de la pintura Brooklyn Bridge de Henry Ward Ranger.
Henry Ward Ranger (1858-1916) se crió al oeste de Nueva York donde contó con el apoyo de sus padres para desarrollar su talento artístico. Terminada la universidad, viajó a París y pasó algún tiempo en Holanda, donde la influencia del la escuela de La Haya fue fundamental para él. Es entonces cuando Ranger realmente desarrolla su talento para
la pintura de paisajes y para dar esa profunda luminosidad por la que sus obras llegaron a ser conocidas. Ranger formó parte de la escuela Tonal de pintura: este grupo creaba paisajes en una tonalidad que recordaba a una atmósfera o una neblina coloreadas, revelando así la expresión tonal de la pintura. Para crear este efecto en todo el cuadro, Ranger y sus seguidores añadían capas y más capas de veladuras de color castaño dorado.
En El Puente de Brooklyn (1899), Ranger demuestra su maestría con el tonalismo a través del uso del color, de las pinceladas y de las capas de resina, dotando a la pintura de un efecto calmado y reluciente que a su vez resalta el empleo de sombras y de una atmósfera melancólica. En esta pintura el puente se convierte en un elemento más del paisaje, y el cielo pasa a ser el centro de atención del espectador gracias a que sus componentes expansivos y emotivos cobran vida mientras sobrevuela el trajín de la gran ciudad. A Ranger, residente de la ciudad de Nueva York, le encantaba pintar paisajes urbanos en los que mostraba la energía natural de su amada ciudad. Fué también el líder de la Colonia de Artistas de Old Lyme, en Connecticut, pudiendo de esta manera pintar hermosos paisajes en los que mostraba los bucólicos alrededores de la campiña de Old Lyme. Por tanto, Ranger tuvo oportunidad de llevar a su pintura lo mejor de ambos mundos, el urbano y el rural.
Ranger no sólo fue un pintor de paisajes de gran talento, sino también un exitoso hombre de negocios que legó casi 400,000 dólares a lo que más tarde se convertiría en el Museo de Arte Smithsonian.
- Heidi Werber