Acueducto de Marly

Una reliquia del pasado real francés, el acueducto de Marly-le-Roi en las afuera de París se alza majestuosamente sobre un brillante cielo de otoño en la pintura de Alfred Sisley de 1874. Se construyó en el siglo XVII como parte de un complicado sistema hidraúlico diseñado para extraer y transportar agua desde el Sena y, así, alimentar las elaboradas cascadas y fuentes de los jardines del rey en el Palacio de Marly y en Versalles.

Al momento de esta pintura, llevaba ya sin funcionar aproximadamente una década y se mantenía solo como una atracción para los turistas. Sin embargo, Sisley incluye un solitario hombre a caballo, un miembro de la milicia local, que pasa por el lugar y se muestra indiferente a la imponente estructura. Su presencia sirve para enfatizar la nota de aislación y descuido, mientras que el acueducto parecería ser invadido lentamente por el paisaje en el cual descansa. Sisley se dedicó principalmente a vistas de paisajes y de pueblos más que a imágenes de la vida moderna parisina y a actividades de placer, que tanto fascinaron a sus amigos y colegas impresionistas como Pierre-Auguste Renoir y Gustave Caillebotte. Sisley vivió en el pueblo de Louveciennes, y el acueducto de Marly quedaba a una corta distancia de su casa que se podía hacer caminando. Esta es la única vista que realizó de cerca, con el acueducto aislado como un sujeto en sí mismo. Sisley se enfoca en la pureza visual de la escena para crear armonía en la luz, el color y las formas. Más allá que solo el acueducto, el sujeto parece ser la forma en que una sólida estructura realizada por el hombre contrasta con la siempre cambiante naturaleza que lo rodea y lo socava. Las pinceladas rápidas y variadas resaltan la impresión al crear una sensación de reluciente imparmenencia.