Johannes Vermeer
Durante los próximos cuatro domingos, presentaremos obras maestras de la fantástica colección del Museo Städel. ¡Disfrútalo!
"[...] hábil y magistralmente ejecutado”.
De una descripción de la obra en el catálogo de la subasta de la colección Jan Danser Nyman, Ámsterdam, 1797.
La importancia de las ciencias aumentó a pasos agigantados en el siglo XVII, particularmente en Holanda. Ese desarrollo es evidente, por ejemplo, en el hecho de que los científicos y eruditos se convirtieron en motivos pictóricos populares, como en esta pintura. Aquí con esta pequeña obra, Johannes Vermeer, el famoso fijnschilder (pintor fino) de Delft, representó a un geógrafo en su estudio inclinado sobre su mesa de trabajo y rodeado por los utensilios de su erudición. Está solo y aparentemente no espera visitas; hay papeles tirados en el suelo, y la bata que trae puesta es otra señal de su inmersión en su trabajo. No hay movimiento alguno en la escena, incluso la mano derecha del sujeto se detuvo en medio del movimiento. La única acción que hay está dentro de su mente. Está literalmente bañado en la luz del reconocimiento. La atmósfera es de una densidad que hace que el peso del momento sea palpable. Inclinado sobre sus papeles, con la brújula en la mano, el geógrafo levanta la vista hacia la luz que entra por la ventana, como si justo en este mismo instante hubiera encontrado un medio para resolver su problema. La naturaleza real de ese problema es un secreto que la pintura conserva para sí misma.