Tivadar Csontváry Kosztka
Debido a su patrón de vida, convicción y su arte individual y misionero, Tivadar Csontváry Kosztka se convirtió en una figura emblemática de la pintura húngara. Anteriormente farmacéutico, ya tenía cuarenta y tantos años cuando inició sus estudios artísticos en Múnich en 1894. Posteriormente, viajó mucho para encontrar el «gran tema» de su arte. Sus cuadros de cedro creados en el Líbano, al igual que la Romería, son las piezas clave de su obra. Su fuerza simbólica, por un lado, proviene de su fuerte valor confesional y también pueden tomarse como autorretratos ocultos, mientras que por otro lado, pueden traducirse como símbolos generales. Según la entonces popular tradición histórica húngara, los cedros desempeñaron un papel destacado en la mitología prehistórica húngara, por lo que, en cierto sentido, Csontváry dio forma a un programa nacional. La técnica de pintura de Csontváry representa también su peculiar cosmovisión: la animación de la región terrestre está sugerida por la amplia pincelada empastada de pintura densamente aplicada, mientras pintaba las esferas celestes con superficies cada vez más homogéneas y lisas.
Aunque más conectado con Hungría, esta pintura me recordó la tragedia que sucedió en Beirut hace un mes. Todavía me deja sin palabras. Esperamos que esta hermosa ciudad resurja como un fénix de las cenizas.
P.D. Hubo otros artistas en la historia del arte que representaron una peregrinación, mira estos ejemplos: uno mitológico de Jean-Antoine Watteau y una escena de la historia temprana de las colonias americanas.