En la primera mitad de su carrera, el artista simbolista francés Odilon Redon (1840-1916) utilizó carboncillo y litografía para representar creaturas bizarras, en ocasiones macabras, que conjuró de su conocimiento en la ciencia natural y su imaginación vívida. Denominó a estas obras monocromáticas en negro sus “noirs”. Los temas que exploró en esta fase presagiaron los movimientos Surrealista y Dadaísta. Después de la década de 1890, su trabajo sufrió un giro dramático de color cuando empezó a utilizar aceites y pasteles, y añadió tanto retratos como naturalezas muertas a su tema de fantasía. Estas obras tardías le valieron la admiración de Henri Matisse y otros pintores como un importante colorista.
El pegaso negro es un ejemplo del cambio de tenor de Redon desde las pesadillas y monstruos hasta la mitología y la magia, además del uso experto del negro y un uso de otros colores con un talento similar.