Max Beckmann
El pasado miércoles en “Thoughts on Art” (Pensamientos de Arte), nos quedamos preguntándonos sobre una actitud estética que nos permitiera contemplar la fealdad de una manera significativa y artística. Para responder a la pregunta de la semana pasada: "¿Podemos sentarnos en la desesperación y reflexionar sobre una estética inquietante?", tendríamos que mirar desde la perspectiva de Jerome Stolnitz, un filósofo formalista.
Stolnitz define la actitud estética como una contemplación desinteresada, consciente sólo en función del objeto analizado. Hay muchos tipos de interés que, por lo tanto, están excluidos de la actitud estética, como el interés de poseer una obra de arte para presumir o por prestigio, el interés por su rareza o valor comercial. Incluso los que se refieren a la utilidad, como un historiador de arte analizando la biografía de un artista a través de sus piezas, o el de un meteorólogo con respecto a las bellas líneas del pronóstico del tiempo, en busca de información, no se consideran estéticos. Para Stolnitz, la estética aísla la pieza, enfoca al que la está contemplando, alienando todo lo demás, y absorbe al individuo; es un momento de relajación de cualquier otra cosa, para experimentar la singularidad desinteresada de lo que se presenta.
Por lo tanto, no necesariamente tiene que captar nuestra atención a través de la belleza. Si buscamos un maravilloso papel mural para decorar nuestro dormitorio, mientras analizamos diferentes papeles con este objetivo, no lo hacemos con una actitud estética. Mientras, y Stolnitz da este ejemplo, si encontramos una calle miserable, un domingo por la mañana, donde se lleva a cabo una feria de mercado abierta, cubierta de tierra, basura, llena de escombros, el paisaje puede causar tal impresión que eclipsa nuestras preconcepciones; desconcertante e intrigante, incluso llenándonos de repulsión. La observación distante que colisiona dentro del observador es, para Stolnitz, la naturaleza de lo estético. ¿Estás de acuerdo con él? :)
- Artur Dionisio