Autorretrato con Physalis

En el que es probablemente su autorretrato más conocido, un Egon Schiele de 22 años nos cautiva de un modo que lo muestra a la vez seguro de sí mismo y frágil. Nada de esta equilibrada composición se ha dejado al destino; cada línea halla su continuación o contrapartida con la que se corresponde: tanto el cabello como el cuerpo se encuentran cortados por los bordes de la pintura como si se estuvieran reflejando, uno de los hombres está levantado y el otro caído, y las esbeltas ramas portan farolillos de lampión rojo intensamente coloreados (que de hecho se asemejan más a farolillos chinos). 1912 fue un año inmensamente productivo para Egon Schiele, durante el cual su estilo pictórico expresionista se volvió en cierto modo más calmado y cercano a la realidad. La intensa implicación de Schiele consigo mismo, la vida y sociedad de su época fue abruptamente interrumpida en abril de 1912. Schiele, que vivía con su novia Wally en la ciudad de Neulengbach, fue acusado erróneamente de secuestrar a una menor de edad y lo tomaron en custodia. Aunque se retiraron los cargos al poco tiempo, Schiele se encontraba profundamente herido en términos de su creatividad e imagen como artista.