Francisco Goya
La obra de hoy conmemora un oscuro momento de la historia de España que ocurrió tal día como hoy en 1808. Este cuadro es uno de los manifiestos artísticos más relevantes del movimiento antibélico, junto con una serie de Édouard Monet y las obras de Pablo Picasso Masacre en Korea y Guernica.
El tres de mayo 5,000 civiles madrileños fueron ejecutados por sublevarse contra el ejército invasor francés de Napoleón. El pintor refleja el miedo y desafío en los grandes ojos blancos de los patriotas aún con vida, algunos de los cuales ocultan sus ojos y caras con las manos. Abundante sangre se filtra a través de los cuerpos de los muertos, que caen inertes en grupos por todo el suelo. Mientras, soldados profesionales y bien equipados se agrupan (tan sólo sus espaldas son visibles para el espectador), disparando desde una distancia alarmantemente cercana a personas indefensas, campesinos vestidos con andrajos. Una fuerte luz de una sola linterna ilumina la cara y cuerpo de uno de los condenados: camisa blanca arrodillado, con los ojos muy abiertos y echándose hacia delante, con los brazos en cruz como Jesús, en el momento de ser disparado. Las víctimas se muestran impotentes, inocentes y afligidas junto al sacrificado. Están acorralados por una colina estéril que se alza imposible ante la vaga silueta de los edificios de la ciudad, que incluyen una iglesia. Es muy importante destacar que estos hombres son héroes sin nombre. Es la primera representación de este tipo en la historia del arte moderno.