Édouard Manet
Este es nuestro último domingo con la colección del J. Paul Getty Museum. Espero hayan disfrutado del privilegio. El próximo domingo presentaremos la colección del Kunstmuseum de Berna Pero entretanto, la historia de Manet.
Una joven, elegante, con un vestido floreado se posa sobre un fondo de vegetación exuberante y sostiene su parasol. Con la mirada al frente, aplomada y con cierta indiferencia pese a advertir la admiración del observador. Este retrato de Jeanne Demarsy -la aspirante actriz francesa- personificando la primavera, debutó en la última gran exhibición pública en la vida de Manet: el Salón de París de 1882. Durante más de dos décadas, las obras de Manet fueron rechazadas o resultaron polémicas. Primavera fue un éxito indiscutido y sin precedentes en la trayectoria del artista en el Salón, que un año más tarde encontraría un trágico fin al morir Manet en favor de la sífilis.
Según las críticas de la época, y dado el encanto de Jeanne, Primavera pone en evidencia la maestría con que Manet trabaja. La pintura deja ver una amplia gama de pinceladas que oscilan entre las más finas y delicadas, aplicadas en los detalles florales del vestido; la delicadeza, en el rostro de Jeanne; y algunas más enfáticas y acentuadas en el fondo. La paleta de colores es sensual, brillante y celebra los placeres propios de la primavera. Al componer Primavera, Manet se sirvió de los conceptos en voga así como también apeló a la tradición artística. Conocedor de la moda femenina él mismo diseño el vestido de Jeanne hurgando en tiendas y casa de modistos. A la hora del retrato, en su estudio, su trabajó responde a las convenciones del renacimiento temprano: plano americano, de perfil y con un fondo verde de vegetación abundante. Más que como un “bocadillo” de moda, la obra de Manet fue concebida como un retrato de épocas sintetizando la modernidad de sus días en la figura de esta bella parisina.