Nicolas Régnier
Esta escena se nos presenta, entre cómica y vulgar, como un tableau vivant protagonizado por dos figuras corpulentas y de fuerte presencia, retratos de modelos vivos en algún oscuro rincón del estudio del artista. Una joven y maliciosa protistituta se prepara para jugarle una broma a un soldado que, tras una noche de excesos en una taberna romana, parece haber perdido su buena fortuna. La imagen de las figuras fue capturada en un instante de luz plena en el que el juego de sombras acentúa el sentido del drama de la escena. Un tonto juego de gestos y miradas reflejan la exuberancia del repertorio de quien nos cuenta esta historia. El adormecido está a punto de aprender una lección: con la capa de cigarro encendida, la joven le quemará la nariz en un acto cargado de erotismo. Con un gesto ciertamente recatado, la bromista, en complicidad con el espectador, lo invita a reírse y celebrar su chanza.
Los espectadores contemporáneos habrían reconocido a los protagonistas de esta obra como parte de los elencos de obras populares y novelas picarescas. Jactanciosos en sus excesos y destacados en su torpeza, a estos pobres mercenarios se les solía retratar en circunstancias prodigiosas exagerando sus cualidades de carácter al extremo de la caricatura con un cierto tono moralizante. Deslumbrado por la ilusión de una carta rasgada o por la cera derretida de la vela, el ojo cede a la seducción del arte de Régnier para dar vida a la escena.
La obra de hoy es gentileza del Nationalmuseum en Estocolmo. :)