Las meninas

Hora de un absoluto clásico: las famosas meninas. Hay muchas razones por las que esta pintura se volvió legendaria; sin duda alguna, se ha convertido en una de las obras más analizadas de la pintura occidental por la forma en que su compleja y enigmática composición plantea interrogantes sobre la realidad, la ilusión y la relación incierta que crea entre el espectador y las figuras representadas.

Antes que nada, toca la pintura y mira lo que está sucediendo en la pantalla completa. Vemos varias figuras, la mayoría se pueden identificar como miembros de la corte española capturados en un momento particular, como en una foto. ¡Es que lo parece totalmente! Algunas de las figuras miran desde el lienzo hacia el espectador, mientras que otras interactúan entre sí. La infanta Margarita Teresa de cinco años (a quien conocemos por múltiples retratos) está rodeada por su séquito de damas de honor, acompañantes, guardaespaldas, dos enanos y un perro. Justo detrás de ellos, Velázquez se retrata mientras trabaja en un gran lienzo. El artista mira hacia afuera, más allá del espacio pictórico, hacia donde se ubicaría el espectador de la pintura. En el fondo, hay un espejo que refleja la parte superior del cuerpo del rey y la reina; parecen estar colocados fuera del espacio de la imagen en una posición similar a la del espectador, aunque algunos estudiosos han especulado que su imagen es un reflejo de la pintura en la que se ve que Velázquez trabaja.

Es el manifiesto de un artista inolvidable de sus capacidades y, en general, de lo que se puede lograr en el medio de la pintura. La composición y las relaciones representadas aquí son asombrosas, pero lo que siempre me encantó de esta pintura es la pincelada libre de Velázquez. Es como poesía.