Jacob Jordaens
La obra de arte que presentamos hoy fue encargada por Huis ten Bosch en La Haya, que ahora funciona como residencia real neerlandesa. El sitio para este magnífico palacio fue cedido por la República Holandesa a Federico Enrique, príncipe de Orange, en 1645. La sala principal estaba decorada con un ciclo de pinturas que celebraban las hazañas y virtudes de Federico Enrique. El triunfo representa la culminación de este ciclo artístico a quien dio vida Jacob Jordaens, quien, tras las muertes de Rubens y Anthony van Dyck, resurgió como el pintor más importante de los Países Bajos Españoles.
Pero vamos a sumergirnos un poco más en esta obra maestra fundamental del Barroco. En la obra de Jordaens encontramos a Federico Enrique vistiendo una armadura y una sofisticada capa carmesí, que evoca la vestimenta de las victorias de la antigua Roma. Está majestuosamente sentado en un trono sobre una triunfante cuadriga. Detrás de él hay una escultura dorada de Victoria, que empuña dos coronas, coloca una sobre la cabeza de Federico Enrique y extiende la otra hacia el hijo de Federico Enrique, Guillermo II de Orange, representado como una joven figura ecuestre en la esquina inferior derecha. La figura desnuda de Himeneo, situada detrás de Guillermo, lleva una guirnalda dorada y, sobre su cabeza, una gran corona. En la guirnalda, dos manos entrelazadas simbolizan la unión de Guillermo y Mary, hija de Carlos I. Cuatro majestuosos caballos blancos en arneses dorados tiran de la cuádriga, una figura vestida de turquesa cabalga sobre una que sostiene una cornucopia rebosante de frutas y espigas, símbolo de abundancia. Minerva a la izquierda y Mercurio a la derecha flanquean a los caballos, antiguas personificaciones de la sabiduría, el valor y el ingenio. Bajo sus cascos, los caballos pisotean dos serpientes amenazantes, que simbolizan la discordia, y una figura que muerde un corazón representa la envidia. Delante de los caballos, dos leones representan la valentía y el coraje.
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