El aseo

La temática del aseo de una mujer, una excusa para pintar desnudos femeninos, aún era muy común en el siglo 20. Al igual que como había hecho Degas en sus pasteles, Bonnard eligió una composición sofisticada para retratar a su moderna Suzanne sorprendida durante el baño, encarnada por Marthe, su compañera y única modelo, aquí mostrada simultáneamente de frente y de espaldas gracias a su reflejo en el espejo. Para acentuar la falta de referencias espaciales, Bonnard multiplica superficies coloridas: paredes empapeladas, puertas y aberturas. El ojo del espectador queda así atrapado en un mundo estrecho y claustrofóbico cuyos límites son expandidos gracias al juego de reflejos y biombos movibles en medio de los cuales se encuentra la mujer desnuda. La importancia de la decoración y la presencia de elementos truncados o distorsionados, como la mesa ocasional en la cual la imagen se apoya, lleva la composición hacia una abstracción decorativa característica de este período de la carrera de Bonnard. Viviendo la mayor parte del año en su casa en Le Cannet en la Côte d’Azur, se esforzó en capturar la luz del sur de Francia a través de parches perlados de color que difuminaban las formas. Lejos del realismo fotográfico, este desnudo, capturado en plena luz, irradia belleza, sensualidad y plenitud. Sin embargo, la pintura fue retocada por el artista entre 1914 y 1921, ésta fue realizada durante un período de duda e introspección: después de la ola cubista en París, Bonnard quería volver a los fundamentos de la pintura y concentrarse en el dibujo, en expresar los tamaños y volúmenes, y el equilibrio de las formas sin olvidar la dimensión emocional proporcionada por el color.