Retrato de muchacha

Retrato de muchacha, obra que Petrus Christus completó hacia el final de su vida, marca un avance estilístico considerable en el retrato contemporáneo; la niña está situada en un escenario tridimensional espacioso y realista y mira fijamente al espectador con una expresión reservada pero a la vez inteligente y despierta. Los retratos de Christus son los primeros en la pintura flamenca que muestran al sujeto en un espacio concreto, lo que aporta mucho al impacto realista de su apariencia. Ni Robert Campin ni Jan van Eyck aprovecharon esta oportunidad de presentar al sujeto en un entorno pertinente.

La niña tiene piel clara, ojos almendrados y ligeramente asiáticos y una boca con gesto malhumorado. Refleja el ideal gótico de rasgos faciales alargados, hombros estrechos, pelo recogido muy tirante y una frente amplia, casi antinatural, conseguida sujetando el pelo hacia atrás y depilando el comienzo de la frente. Está vestida con ropas y joyas caras y parece ser extraordinariamente elegante. Mira hacia fuera del lienzo de una manera indirecta pero autoconsciente y penetrante que algunos historiadores del arte han descrito como irritante. El tocado es una variante del hennin truncado o hennin colmena, de moda en aquella época en la corte de Borgoña. Christus pintó a la niña con aspecto aristocrático, sofisticada, arrogante y exquisitamente vestida.

Ayudadnos y donad para que podamos lanzar nuestra nueva versión de DailyArt este otoño: http://support.getdailyart.com.