Alberto Durero fue el mejor artista alemán del Renacimiento. El boceto que vemos hoy es notable porque se basó en encuentros reales con personas de ascendencia africana en Europa central en lugar de ser el producto de la imaginación de Durero. Refleja el gran interés del artista en las nuevas personas y productos que se movían por Europa como consecuencia del crecimiento del comercio internacional. La mujer era una sirvienta de 20 años de edad del distribuidor portugués João Brandão, quien albergó a Durero cuando el artista visitó Amberes en 1521. Aunque no sabemos nada más, podemos suponer que Brandão la adquirió a través de sus tratos comerciales (estaba a cargo del monopolio de las especias portuguesas en Amberes) y, por su nombre, que se había convertido al cristianismo.
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